No es sorpresa afirmar que el Perú ha ingresado ya en la etapa electoral. La proliferación de precandidatos a lo largo del espectro político así lo confirma. Figuras como Marisol Pérez Tello, Rafael Belaunde Llosa, Alfonso López Chau y Vicente Alanoca destacan por la intensa actividad que vienen desplegando desde el centro y la izquierda.
Sin embargo, en los últimos días ha cobrado particular notoriedad la creciente actividad de campaña en las filas de las derechas e izquierdas autoritarias, especialmente durante las semanas de representación parlamentaria.
Congresistas de Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Popular, Perú Libre, Podemos Perú y Alianza para el Progreso se pasean por comunidades maltratadas por sus decisiones parlamentarias como si nada hubiera pasado y con postureos de mesura calculada, buscando proyectar una cercanía con la ciudadanía que resulta, a todas luces, oportunista.
Este despliegue de tácticas revela no solo sus discursos agresivos, sino también el desprecio hacia los peruanos, que intentan maquillar una deficiente gestión parlamentaria caracterizada por el abuso generalizado y el retroceso democrático.
Quienes hoy se visten de ovejas son en realidad lobos que han impulsado contrarreformas para facilitar su reelección, aumentarse el salario, mocharle el sueldo a sus trabajadores, blindarse frente a la justicia y eliminar mecanismos de competencia electoral justa.
Si de una campaña genuina se tratase, una muestra concreta de compromiso con el país sería revertir las normas que han promovido la impunidad, favorecido a la criminalidad organizada, debilitado el Estado de derecho, contrariado los tratados internacionales y socavado la igualdad de oportunidades.
Detrás de su repentina templanza se esconde la intención deliberada de perpetuar un uso patrimonialista del Estado, en claro perjuicio de los sectores más vulnerables del país.
Ante este escenario, los sectores progresistas y democráticos deben considerar imperativo la articulación de una convergencia orientada a responder a las necesidades más urgentes del país y a revertir las contrarreformas impulsadas por un Ejecutivo en connivencia con un Parlamento autoritario.
Alertamos a los peruanos que estos malos legisladores, que públicamente han demostrado el menosprecio al país, seguirán pretendiendo una falsa ponderación para lograr -con embustes- seguir copando el Estado.